sales sin avisar,
a ratos me ignoras,
otros, perturbas mi paz,
vuelves, como si nada,
para ser el centro del universo.
Cercano, dulce, distante y solemne.
Señales esquivas,
mensajes ambiguos,
pero siempre estás ahí,
un comentario, una foto,
algo y nada.
Irrumpes en mi mundo
sin permiso,
te adueñas de mi espacio vital,
pisoteas las flores de mi jardin
y ni siquiera muestras un ápice de empatía
¿de qué vas?¿qué buscas?
Niño caprichoso,
aparca tu ego,
no soy una nueva isla que conquistar
y luego abandonar,
no soy ese juguete que aún no tienes
y ansías poseer a cualquier precio.
Soy la aventura que jamás sabrás disfrutar,
soy una brisa fresca en tu aburrida vida,
el mundo que te ofrezco
ni siquiera lo puedes imaginar.
No lo mereces,
tu estrecha mente no sabe de placeres sublimes,
hice un pacto con los dioses
me sentaré a su mesa
saborearé sus más exquisitas viandas.
Pero tú,
pobre niño necio
jamás podrás participar en su banquete celestial